Por Luis Asenjo Rueda (Graduado en Ciencias de la Actividad Física y Deporte)
Técnico de GanaSalud.
¿Si te dijeran que hay un «medicamento» por el cual reduces el riesgo de al menos 13 tipos de cáncer, con probabilidades de prevención del 30-40% de los casos? En este blog te explicaremos cómo cambiando el estilo de vida y los factores ambientales mediante uno de los pilares, el ejercicio físico, podemos prevenir enfermedades como el cáncer.
En la actualidad, el cáncer es una de las principales enfermedades que ponen en peligro la salud, y suele estar causado por un complicado mecanismo que implica interacciones entre factores genéticos, ambientales y de estilo de vida (1). Aproximadamente el 30-40% de los casos de cáncer pueden prevenirse cambiando el estilo de vida y los factores ambientales; entre ellos, el ejercicio es el enfoque más común y práctico (2). La relación entre el cáncer y la actividad física (AF) (definida como «cualquier movimiento corporal producido por los músculos del esqueleto que produce un gasto de energía» (3) se trata claramente de un tema importante, dada la creciente incidencia tanto del cáncer como de la inactividad física.
Aproximadamente uno de cada cuatro adultos a nivel mundial no alcanza los niveles de actividad física recomendados; es decir, no alcanzan los niveles mínimos de 150 minutos semanales de Actividad física Moderada y Vigorosa (AFMV) y actividades de fortalecimiento muscular moderadas o más intensas que ejerciten todos los grupos musculares principales durante dos o más días a la semana recomendados por la Organización Mundial de la Salud. La AFMV se refiere a cualquier AF de una intensidad superior a 3 equivalentes metabólicos (MET), como caminar a paso ligero (donde 1 MET es la tasa metabólica en reposo, o 3,5 mlO2/kg/min de media) (4). Como podemos observar en el gráfico (17), los estudios epidemiológicos demuestran que la actividad física en el tiempo libre reduce el riesgo de al menos 10-13 tipos diferentes de cáncer (5), la práctica regular de AFMV se asocia a un menor riesgo de desarrollar varios tipos de cáncer, como el de colon proximal (-24%) y distal (-23%) (6), el de endometrio (-17%), aunque sólo en mujeres posmenopáusicas con sobrepeso/obesidad) (7), mama (-12%) (8), próstata (- 10%) (9), gastroesofágico (-18%) (10), ovario(-11%) (11), renal (-12%) (12), pulmón (-24%) (13) y páncreas (-11%) (14).
En las últimas décadas, los músculos esqueléticos se han considerado órganos endocrinos, que ejercen sus funciones biológicas a través de los sistemas endocrino, autocrino y paracrino mediante la secreción de varios tipos de mioquinas. La cantidad de mioquinas secretadas varía en función de la intensidad, el tipo y la duración del ejercicio. Estudios recientes han demostrado que las mioquinas derivadas del músculo debido a la contracción muscular, están muy implicadas en los efectos del ejercicio pudiendo prevenir enfermedades como el cáncer (15), ya que actúan de forma sistémica y tienen efectos antiinflamatorios y sensibilizadores a la insulina y aumentan la termogénesis en el tejido adiposo, reduciendo la acumulación de la grasa visceral abdominal (16). Esto, a su vez, proporcionaría un apoyo biológico indirecto a los efectos anticancerígenos del ejercicio, dado el grueso de datos epidemiológicos que relacionan la obesidad, la resistencia a la insulina y la inflamación crónica con varios tipos de cáncer (17).
En conclusión, los datos emergentes apoyan los potenciales efectos antitumorigénicos de un estilo de vida activo. Por lo tanto, el desarrollo de estrategias terapéuticas que se dirijan eficazmente a las mioquinas será clínicamente significativo para prevenir enfermedades como el cáncer. (17).
Desde GanaSalud apostamos por el desarrollo del estilo de vida activo a través de programas de ejercicios para prevenir enfermedades como el cáncer.
Referencias:
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