Por Rubén Acame Rocamora

Director técnico de GANASALUD. Lic. CAFyD, Master Oficial Actividad Física y Salud (Real Madrid UEM).

Sufrir un accidente cardiovascular es sin duda uno de los episodios más recurrentes entre las personas que poseen hábitos de vida dañinos, como el sedentarismo, fumar y alimentación desequilibrada. Las enfermedades cardiovasculares arterioescleróticas son una causa de hospitalización y de muerte extremadamente frecuente en nuestro país, lo que las ha convertido en una prioridad de política sanitaria, económica y social debido al impacto en el sistema sanitario (Medrano y col. Rev. Esp. Salud Publica v.80 n.1 Madrid ene.-feb. 2006).

Abundante investigación pone de manifiesto que la actividad física y la práctica de ejercicio físico regular pueden producir mejoras en la calidad de vida en un amplio rango de parámetros físicos, así como en la prevención y recuperación del infarto agudo de miocardio. A pesar de la extensa documentación que apoya los beneficios producidos por la práctica de una actividad física regular para la salud, la gran mayoría de los adultos continúan inactivos, principalmente hombres y mujeres de mediana edad y ancianos.

En muchas ocasiones no seguir las recomendaciones de ejercicio, personas que han sufrido una enfermedad cardiovascular, se debe al desconocimiento de qué tipo de actividad es la apropiada, así como la intensidad, frecuencia y criterios de seguridad. Es precisamente en este grupo, dónde la práctica de actividad física cobra especial importancia.

Actualmente no se da cobertura pública a este problema, de ahí que resulte imprescindible que aquellos que han sufrido algún tipo de cardiopatía se adhieran a un programa de ejercicio, previa autorización médica, dónde especialistas en el campo del ejercicio y la salud puedan guiar sus prácticas de forma apropiada. Ser físicamente activo está asociado con una reducción de un 40-50% del riesgo de accidente vascular cerebral y enfermedad coronaria (Shaper y Wannamethee, 1999).

Ser consecuentes con nuestra salud y dirigir los esfuerzos en la dirección correcta, siempre que esté a nuestro alcance es una buena forma de dar gracias a la vida.

BIBLIOGRAFÍA

  1. Plan Integral de Cardiopatía Isquémica 2004-2007. Madrid: Ministerio de Sanidad y Consumo; 2003.